Igual que mantenerse activo es importante para nuestro bienestar, a veces hace falta parar un poquito o cambiar de aires para recargar las pilas. Teniendo a la vista unos días libres coincidiendo con la Semana Santa, hoy os queremos hablar de cómo cuidarnos cuando estamos fuera de casa.
¿Vas a un apartamento?
Pues entonces lo tienes bastante fácil 🙂 Sí, porque serás tú misma quien pueda elegir qué alimentos comprar y tomar en el apartamento.
Procura seguir una alimentación lo más parecida posible a la de diario y deja los extras o comidas especiales para las salidas inevitables que tendrás estos días.
Empieza el día con un buen desayuno (puedes hacer el mismo que en tu casa), a media mañana y a media tarde tómate un piscolabis y procura seguir el método del plato en tus comidas y cenas.
¿Vas a un hotel?
Genial, te lo darán todo hecho y podrás descansar en todos los sentidos. Pero ojo, aquí es muy fácil dejarse llevar por… (todos los estamos pensando, ¿a qué sí?) el buffet del desayuno 😉 (o peor, el (nefasto para la dieta) todo incluido…)
En fin, en esta ocasión procura tener muy presente tu objetivo. Si hace falta date unos minutos al día para pensar en lo siguiente:
Te cuidas porque quieres encontrarte mejor. Nadie te prohíbe tomar una ración doble de carne a la parrilla o de tarta de queso. Pero sabes que si te dejas llevar al final te arrepentirás. Sabes que no te hace falta, sabes que en tus platos debería haber una buena cantidad de verduras y hortalizas, un poco de carne o pescado y algo de pan, o arroz o pasta.
Así que si te sabes tan bien la teoría… no eches a perder tu trabajo con la alimentación por un impulso que pasará.
Piensa en lo orgullosa que estarás de ti misma cuando te alimentes tan bien.
¿Vas a casa de alguien?
Esta puede ser la situación más complicada para seguir tu dieta. Sí, porque a no ser que tengas confianza con los anfitriones, quizá tengas que adaptarte a lo que ellos te ofrezcan. Y si resulta que son guisos de esos en los que las patatas nadan en aceite, o postres que rebosan azúcar o vinos fuertes de la tierra… lo tendrás muy complicado.
En este caso la única salida es cuidar mucho las cantidades. Y creéme, tu cuerpo te lo agradecerá. Porque si estás acostumbrada a comer ligero, en cuanto te salgas un poco de las pautas, tu estómago se rebelará y la digestión será más larga y pesada (seguro que te ha pasado alguna vez que has ido a comer fuera y durante la tarde has estado tan llena que por la noche no te apetecía ni cenar…).
Procura beber agua, evitar el pan y el postre y lo dicho: ser cuidadosa con la cantidad de comida que te sirvan.
En cualquiera de los casos (incluso si te vas a quedar en casa disfrutando de la tranquilidad de tu salón, de tu cocina y de tu dormitorio) ten cuenta también estas recomendaciones con las bebidas:
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