Queridos lectores, hoy tengo listo un post atípico. Porque no os daremos trucos para cocinar sano ni os hablaremos de nutrición o salud. Pero creo que es necesario dedicar unas palabras al tema.
En los últimos años, meses y días concretamente, se ha estado compartiendo información relacionada con la alimentación que siendo cierta crea confusión y miedos a las personas que la leen.
Me refiero a imágenes como esta:
Fuente: SINAZUCAR.ORG |
En los últimos tiempos (y viene de largo…) se habla de que hay que tener cuidado con el azúcar oculto en los alimentos. Totalmente cierto. Pero a veces un poco exagerado (después os lo comento).
Hay un detalle que no se comenta en esos artículos que los lectores comparten: ¿os habéis fijado que todos esos alimentos fotografiados han sido procesados industrialmente?
Es decir: nos muestran refrescos, alimentos de desayuno (galletas, cereales de sabores), “zumos”…etc.
Si recogemos todos esos alimentos llegaremos a la clara conclusión (una recomendación dietética que se viene dando desde que hay alimentos así) de que cuantos menos tomemos de esos, mejor para nuestra salud.
Los alimentos procesados (comida precocinada, batidos, snacks, bollería, refrescos…etc) son fuente de nutrientes de poca calidad nutricional y muy calóricos. Por lo tanto, como bien es sabido, es mejor evitarlos por sistema.
Lo que no quiere decir que si es el cumpleaños de nuestra madre, no podamos probar un trocito de tarta.
Se está destacando mucho el azúcar contenido en los alimentos industrializados pero parece que se nos olvida algo que casi hace más daño que esos azúcares simples. Las grasas. Y más concretamente las grasas malas que aportan (aceites de palma, de coco, grasas hidrogenadas…) todas ellas son pequeños balazos a nuestras arterias y corazón. Y digo que casi hace más daño porque cuando una persona lee en el paquete de unas galletas “bajas en azúcares” piensa que puede tomar más cantidad y con más frecuencia, y al final acaba ingiriendo muchas más grasas (¡y de mala calidad!) de las que necesita.
¿Cómo hacer entonces? ¿Cómo podemos llevar una alimentación sana, equilibrada y factible con nuestro ritmo de vida? ¿Tenemos que dejar para siempre los yogures, las galletas, los refrescos y demás?
Mucho más fácil que todo eso.
Apliquemos el sentido común: sabemos que, por ejemplo las magdalenas de bolsa no son buenas (nos suben el colesterol, el azúcar, los triglicéridos, nos hacen engordar…etc) así que tomemos pocas y muy de vez en cuando. Para una ocasión especial, por ejemplo.
La regla resumida más sencilla sería: CUANTOS MENOS ALIMENTOS INDUSTRIALIZADOS, MEJOR.
Llenemos nuestras despensas de frutas, verduras y hortalizas frescas de temporada (también en conserva y congeladas). De legumbres, de arroz y pasta, de pan tradicional (nada de colines ni tostitas, volvamos al pan de toda la vida), de patatas, de pescados, lácteos desnatados y unas cuantas carnes.
Bebamos agua y dejemos los zumos y los refrescos para ocasiones especiales.
De postre frutas y yogures desnatados. Y algún día esporádico algo más especial.
Y para niños optemos por almuerzos y meriendas tradicionales, cuantos menos envases, mejor.
Tan sencillo como eso. Cuantos menos envases de colores chillones en nuestras cocinas, mejor para nuestra salud 😉
Y un detalle más: somos de la opinión profesional de que podemos comer de todo, sabiendo cuál es la frecuencia y ración que nos corresponde.
Un ejemplo, el tomate frito de brick. Es uno de los típicos alimentos que se está demonizando por la cantidad de azúcar invisible que contiene.
Pues veréis: 2 cucharadas soperas de tomate (a mí no me hace falta más para aderezar un plato de pasta) aportan 1.5 g de azúcar.
La OMS recomienda que los azúcares simples no deberían superar el 10% de nuestra ingesta calórica diaria.
Es decir: si yo consumo 1500 calorías diarias, 150 de ellas máximo tendrían que provenir de los azúcares sencillos. Vienen a ser 37.5 gramos de azúcar al día.
1 cuchara sopera de tomate frito pesa 10 g y tiene 0.7 g de azúcar. |
Para terminar: Julio Basulto es un dietista-nutricionista español muy activo difundiendo hábitos de vida saludables. Él dice algo que nos ha gustado mucho: los alimentos procesados que aportan tantos nutrientes malos para la salud y tantas calorías deberían ser llamados con otro nombre, pues no nos alimentan.
Desde luego, si un bote de nutella o similar, nos dura solo unos días en casa, no estamos cuidando de nuestro cuerpo como deberíamos.
Pero si alguna mañana nos apetece poner una raspita en la tostada, no sería tan terrible.
Pero sí, una raspita es la clave.
Debemos concienciarnos de qué alimentos hemos de tomar a diario (la lista anterior de color azul) y de cuáles muy de vez en cuando y/o en pequeñas raciones.
Lo dicho, lectores: apliquemos el sentido común a nuestra alimentación, sigamos las pautas de alimentación tradicional y disfrutemos de la comida con cabeza 😉
Estas entradas son súper útiles. Si algo me gusta de la dieta Alea es que no demoniza nada. Uno se mete en Internet y un día el demonio es el azúcar, otro son los lácteos, otro es la soja… Etc y te ponen la cabeza como un bombo.Vuestra propuesta es equilibrio y sentido común (cosa buena para todas las áreas de la vida). Yo el cambio de alimentación lo noto en general y no solo en el peso. En cuanto a los alimentos industrializados, estudié pastelería y sé cuántos aditivos y grasas lleva un bollo que sale del obrador. Por eso hace muchos años que para mis hijos la bollería es hecha siempre en casa.
Muy buenos días, y mil gracias por tu comentario.
Gracias por tus palabras y sobre todo por aportar tu experiencia. Hace tiempo hablábamos con una chica panadera y nos explicaba lo mismo en cuanto a los alimentos industrializados.
En ese sentido no hay nada mejor que lo trabajado en casa 🙂
Muchísimas gracias de nuevo, ¡un abrazo!
María.