Muy buenos días 🙂 
Desde que pusimos en marcha la clínica ¡hace ya más de 12 años! nos hace mucha gracia una frase que se repite entre los pacientes (sobre todo entre aquellos a los que les cuesta ser estrictos con su dieta). 
El diálogo viene a ser algo como esto:

  • Dietista: Deberías tener un poquito más de cuidado en las salidas fuera porque quizá tomes más cantidad de comida de la que deberías. Pero vamos por partes: ¿Y si esta quincena probamos dos estrategias? La primera, evita las bebidas alcohólicas y la segunda, comparte tu postre con alguien. 
  • Paciente: Ya… si tienes razón. Puedo pasar del alcohol, pero… Es que soy un goloso y no me contengo con el postre. Es que… ¡cuesta tanto! 
  • Dietista: Lo sé, lo sé…
  • Paciente: Uy, no. NO lo sabes. Tú estás delgada y no te hace falta cuidarte

Esa frase marcada en rojo, es falsa. ¡De verdad que lo es! 
Los que nos conocéis, bien en vivo o a través de este medio, sabéis que nos mantenemos en unos márgenes de peso saludable (no nos gusta eso del “peso ideal”, mejor hablar de margen de peso saludable), pero lo hacemos con esfuerzo. En serio que nos cuesta. Y para demostrarlo hoy vamos a contaros qué es lo que más nos cuesta a cada uno de los miembros del equipo ALEA.
Empieza Roberto, nuestro director, dietista-nutricionista y farmacéutico:
Supongo que esto le ocurrirá a la mayoría de personas, pero os lo voy a contar. Siempre, siempre, en cada comida y en cada cena me gustaría comer más cantidad.  Disfruto tanto con la comida que para mí esos momentos del día son de felicidad. 
El caso es que como decían en mi casa, “tengo un buen saque”, y podría repetir plato a diario. No lo hago porque sé que de hacerlo acabaría engordando y empeorando mi estado de salud. Pero hay días que siento una lucha en mi cabeza: quiero más, pero sé que no debo.

Y otro punto: soy goloso no, lo siguiente. Soy de los que iría a un restaurante para comer solo postres. Así que imagináos… 
Procuro tener en casa postres saludables para no caer en la tentación (frutas ricas de temporada, frutos secos naturales, postres lácteos ligeros…etc). Y de vez en cuando (muy de vez en cuando, cada 2 o 3 meses) cocino algo de repostería casera. 
Ahora es el turno de Jéssica, dietista-nutricionista:

Comer fruta y verdura en sus cantidades recomendadas. 
Como a
diario tanto fruta como verdura pero debería tomar más cantidad, por lo que
muchas veces decido hacer purés o cremas de verdura para llegar a las
recomendaciones y así sentirme mejor. Pero bueno ya os digo que las cantidades
podrían ser mejores.
Con la fruta me suele pasar sobre todo en invierno, al hacer
más frío me apetecen mucho menos, (y menos aún en el desayuno) por lo que, al
final, intento ponérmelo fácil y comprar las que más me gustan y obligarme a
tomarlas en la media mañana y en la merienda por lo menos. También, para que me
cueste menos, me dejo preparada la fruta del desayuno la noche anterior.
Y por supuesto, me encanta el chocolate casi de cualquier tipo
y los postres como la tarta de queso, el brownie, los pastelitos, los postres
lácteos… ¡una delicia! Siempre comería más cantidad y con más frecuencia.

Como veis, ¡a mí también me cuesta lo que muchos me contáis! 

Leticia, dietista-nutricionista y máster en nutrición clínica nos cuenta sus puntos débiles:

Al igual que nuestros pacientes, yo también tengo algunos talones de Alquiles con los que me cuesta más moderarme en mi alimentación. Sobre todo es en verano cuando me cuesta más resistirme a las tentaciones y cuando más lujos me doy (a veces más de lo que debería), especialmente con los helados que me encantan y además me gusta probar todos los sabores que pueda porque tengo un paladar muy curioso. Lo bueno es que los barquillos no me gustan así que eso me lo ahorro y normalmente me pido tarrinas pequeñas, así que dentro de lo que cabe no me paso tanto (si es que el que no se consuela es porque no quiere, jeje). 

Otra cosa que me cuesta es no pasarme con mi ración de frutos secos naturales que me encantan todos aunque con los anacardos tengo un problema, creo que soy adicta jaja y una vez que empiezo se me hace muy difícil comer solo lo que corresponde a mi ración. Así que por lo general intento comprar otros frutos secos como las nueces, que también me gustan pero no me resulta tan complicado comer solo un puñadito, y los anacardos los compro con menos frecuencia. 

La verdad es que en general disfruto de la comida sana y también disfruto de alimentos no saludables sin miedo, aunque sabiendo siempre que podría no tomarlos y si lo hago debe ser en menos frecuencia y en menos cantidad que los saludables. Para mí esta es la clave para cuidarme teniendo una buena relación con la comida y sin privarme de lo que me gusta.
También, Carmen, nuestra recepcionista nos habla de lo que más le cuesta:

Creo que mis puntos débiles son dos. 
Primero: cuando paso más tiempo en casa, sobre todo por las tardes, se me hace muy largo y si no tengo cuidado acabaría visitando la cocina varias veces. 
Procuro hacer la merienda a media tarde, pero cuando queda poco para la cena… Uff… Un truco que pongo en marcha en esos casos, es tomar una infusión con sacarina bien calentita. Me sacia y me entretiene. Sobre todo eso, me entretiene, porque muchas veces una puede comer solo por aburrimiento.
Y segundo: me encanta el pan. Y es un peligro, porque en casa somos muy paneros, siempre tenemos varios tipos. Así que es fácil pasarse.
Para tenerlo controlado parto la ración que me corresponde, la pongo junto a mi plato y procuro no volver a partirme otro trocito. 
Y por último, la que escribe:
Siempre he sido de buen comer. Recuerdo que en el viaje de fin de instituto mis amigas dejaban comida en el plato y yo alucinaba (incluso a veces, alguien compartía su plato conmigo, jajaja!). Lo bueno es que como me mantenía muy activa mi peso era estable. 
Pero al comenzar a trabajar y al sumar años me di cuenta de que engordaba con mayor facilidad. Así que la primera tarea fue adaptar mi alimentación tanto al ritmo de vida como las raciones (más reducidas: y esto aún me cuesta…) y las recetas (mucho más ricas en verduras y hortalizas).
Algo que también me cuesta muchísimo es practicar deporte. De niña era un torbellino, hacía gimnasia rítmica, baloncesto y el ejercicio del cole o del instituto. Pero al comenzar la carrera paré y he pasado todos estos años buscando una actividad que me llenara. 
Puedo decir con alegría que en 2018 la encontré: el yoga. Me siento más fuerte, más ligera, mi equilibrio ha mejorado, mis músculos están más duros y hasta mi piel brilla más. 

Como veis, nada viene regalado. Es cierto que algunas personas “comen como limas” y no engordan, y otras a poco que se pasan, se les nota enseguida. Pero siempre hay una explicación. Lo vemos a diario. Muchos pacientes cuando comienzan les cuentan a mis compañeros que no saben exáctamente qué es lo que les hace tener sobrepeso. Creen que se alimentan bastante bien (incluso sacrificándose muchas veces), pero el peso no mejora. 
Ahí entra nuestra labor: detectar los fallos (que la mayoría de veces son pequeños y fáciles de corregir) y daros alternativas lógicas y acordes a vuestro estilo de vida. 
Si necesitas un nutricionista estás de suerte, porque nos tienes a tu disposición 🙂 
¿Cómo? Ojea nuestra web.
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