Queridos lectores, aquí os dejamos una de las recetas sorpresa de lo que va de curso (diría que es una de las mejores del blog): una receta de pan de molde casero fácil, sencillo y barato.
El pan casero es más saludable que el que podemos comprar envasado y desde luego es mucho más tierno y sabroso.

Nosotros solemos prepararlo el domingo por la mañana y así lo tenemos disponible para el desayuno del resto de la semana. Con esta receta saldrán unas 20-22 rebanadas finitas.

Para desayunar en el plan 1 de la dieta ALEA tomaríamos 2 rebanadas.
Para el plan 2: 3 rebanadas.
Para el plan 3: 4 rebanadas.
Y para el plan 4: 5 rebanadas.

Además tomaríamos una pieza de fruta o 15 g de frutos secos naturales y un vaso de café con leche desnatada o bebida vegetal 🙂

Sin más… ¡vamos a por la receta!

Ingredientes:

  • 300 g de harina*
  • 10 g de levadura de panadero
  • 1 cucharada de postre de azúcar
  • 1/2 cucharada de postre de sal
  • 20 g de mantequilla
  • 120 ml de leche desnatada
  • 80 ml de agua templada
* La primera vez usamos harina integral y nos encantó el sabor (mil veces mejor que cualquier marca conocida), pero levantó muy poquito. Así que repetimos la receta con harina blanca y aprovechamos ese día para hacer las fotografías.
Otro día la rehicimos usando harina integral y levadura química y quedó estupendo 🙂

Elaboración:


1. Echamos el azúcar en el vaso de agua templada junto a la levadura. Esperamos unos 3-4 minutos.

2. Juntamos la harina, la sal y la leche en un cuenco amplio y añadimos por encima el agua que contenía la levadura y el azúcar.
3. Mezclamos muy bien hasta formar una bola de masa. En este punto añadimos la mantequilla (yo la derrito un poquito para que se mezcle mejor) y volvemos a amasar.
¡Que nadie tenga miedo! En esta receta no hay que amasar durante mucho tiempo, nada más el que necesite la masa para incorporar todos los ingredientes. Más menos unos 3-4 minutos.
Tras ese tiempo tendréis algo como esto:

4. Ahora ponemos la masa dentro del cuenco y la tapamos con un trapo de algodón.
La vamos a dejar reposar durante una hora a temperatura ambiente.
Tras ese tiempo duplicará (o algo más) su tamaño y quedará súper esponjosa:

5. Tras esa hora de reposo… La aplastamos formando un rectángulo que tenga el ancho del molde que usaremos.
Yo lo pongo cerquita y así me guío: ni me paso ni me quedo corto 🙂

6. Ahora vamos a doblar la masa sobre sí misma tal como se ve en la imagen: cogemos el tercio inferior y lo doblamos sobre la masa.

7. Después, doblamos el tercio superior y nos quedará algo como esto:

8. Repetimos la operación una vez más. Y al terminar colocamos el rollo de masa dentro del molde (no será necesario untarlo con aceite ni espolvorearlo con harina), lo tapamos de nuevo con el paño y lo dejamos reposar otra hora más a temperatura ambiente.

9. Pasada esa hora lo encontraréis más grande y esponjoso.
En este punto hemos de pintarlo con huevo batido y lo llevamos al horno.
Estará unos 35 minutos a 175ºC.

Una vez lo saquéis del horno tendrá este precioso aspecto 🙂

En cuanto temple un poquito podéis desmoldarlo.

Partidlo en rebanadas finitas (como de 1 centímetro o centímetro y medio), cada una de ellas pesará unos 20-25 g.
Se conserva perfectamente 4-5 días si lo metéis bajo una campana de cristal o lo guardáis en una bolsa de algodón o lo tapáis con un trapo de algodón.

¿Te ha gustado? ¡Compártelo!