¡Muy buenas tardes, queridos lectores!

El artículo de hoy nace con la buena intención de ayudaros a sentir este periodo de vuestras vidas (este en el que estáis a dieta para perder unos kilos), como algo agradable, sencillo y lo más importante: que veáis que estar a dieta con nosotros no es solo hacer un régimen durante unas cuantas semanas. Se trata de aprender a comer mejor, porque solo así podréis mantener los buenos hábitos que conseguirán dos cosas:
  1. Que no volváis a engordar
  2. Que vuestro estado de salud sea el mejor posible. 
Una de las preocupaciones que les surgen a muchas personas que se ponen a dieta es si podrán tomar postre tras las comidas y las cenas.
Pues bien: tomar un postre saludable es una costumbre excelente que uno debería mantener desde que se aprende a comer de pequeñines, hasta que seamos unos abuelillos.
Con el postre terminamos la comida principal y mentalmente es una manera de frenarnos en caso de que queramos repetir y no sea necesario.
Tomar el postre y cambiar el sabor del alimento anterior es una barrera estupenda, una meta ideal para el final de la comida o de la cena.

¿Cuáles son los mejores postres?
Los dividiría en 4 opciones. Lo ideal sería irlas variando entre la comida y la cena y los días de la semana para no repetir siempre lo mismo y para, de esa forma, disfrutar de la mayoría de nutrientes que esos alimentos nos ofrecen.
  • 1ª opción: Fruta fresca, de temporada y entera. Sí, porque es más barata, está más buena y es imprescindible para mantener un estado de salud óptimo. Además, si eres golos@, será una forma ideal de darle el toque dulce a la comida o la cena. 
  • 2ª opción: Una ración de frutos secos al natural. 15-20 g sería lo apropiado. Más, desgraciadamente, es un exceso. 
  • 3ª opción: Un lácteo, ya sea un yogur, una ración de queso o un vaso de leche (que se puede acompañar con café, té, EKO…etc).
  • 4ª opción: Una ración de bebida vegetal o yogur vegetal, como por ejemplo: leche de soja o yogur de almendras. 
¿Y qué hay de los postres especiales?
Me refiero a helados, una ración de bollería, pasteles, galletas, postres lácteos especiales…etc. 
A este tipo de postres les faltan muchos nutrientes importantes y encima aportan muchas grasas y azúcares, y por tanto calorías en exceso. Es por ello que su consumo debe ser muy puntual en nuestra alimentación. 
No quiere decir que no podamos tomarlos nunca jamás de los jamases. 
Quiere decir que debemos ser conscientes de sus no-beneficios para nuestro bienestar.
Veamos un ejemplo
  • Una ración de fruta aportará unas 100 calorías. Al comerla, tomaremos fibra que nos protege contra el cáncer de intestino, azúcares que nos dan energía y un gustito rápido y sano. Tardaremos unos cuantos minutos en tomarla, 5-10 más o menos.
  • Sin embargo, un croissant, pongamos de ejemplo, aportará unas 450 calorías y una cantidad de grasas saturadas que excede a las que necesitamos en dos días completos. Para colmo, no solemos tardar 8 minutos en tomar una pieza de bollería: suele ser caer en nuestras manos, y devorarla. Tras el último bocado nos queda la sensación de ¿ya está? Jolín, me comería otro… (Y a veces cae. 900 calorías de golpe… y grasas saturadas que solo aumentarán nuestro colesterol haciendo de nuestro corazón un órgano más enfermo). 
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